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El reciente exilio de 19 sacerdotes y religiosos de Nicaragua, entre ellos el obispo Álvarez de Matagalpa, detenido en agosto de 2022 por Daniel Ortega, podría considerarse un signo de distensión en Nicaragua. Pero, sobre todo, refleja el deseo del gobierno nicaragüense de debilitar e incluso destruir a la Iglesia en el país.
“Monseñor Álvarez y todos los pastores que han tenido que huir, así como los que aún permanecen en el país y resisten la persecución, son símbolos de esperanza, determinación y perseverancia en la fe, los valores cívicos, religiosos y humanos”, dice a Aleteia Martha Patricia Molina, abogada penalista nicaragüense en el exilio.
Aleteia: La expulsión de 19 sacerdotes y religiosos de Nicaragua, entre ellos el obispo Álvarez, ¿es una buena noticia y un símbolo de “distensión”? ¿O, por el contrario, refleja un deseo de “librar” al país de sacerdotes y de la Iglesia?
Martha Patricia Molina: Ha sido un alivio para los sacerdotes y obispos que se encontraban secuestrados en las cárceles de Nicaragua, donde se practican más de 40 mecanismos de tortura, tratos crueles, inhumanos y degradantes; pero también genera tranquilidad a sus familiares y todas las personas que hemos estado orando por su liberación. El destierro de los religiosos es un delito de lesa humanidad y ellos deberían de estar desarrollando su vida pastoral en Nicaragua, pero es imposible que regresen mientras la dictadura Ortega-Murillo continúe en el país.
¿Qué representa el obispo Álvarez en Nicaragua? ¿Una figura de oposición al gobierno de Daniel Ortega? ¿Un faro de esperanza?
El obispo Álvarez y todos los pastores que han tenido que huir o que se encuentran en el país resistiendo la persecución son símbolo de esperanza, determinación y persistencia en la fe, valores cívicos, religiosos y humanos. Ellos se han expuesto ante la dictadura para proteger la integridad del pueblo, no solamente a los católico, sino a los que practican otras denominaciones.
Se han prohibido en su totalidad todas las procesiones y actividades de piedad popular”.
¿Cuál es la situación de la Iglesia católica en Nicaragua?
La situación evoluciona y se deteriora periódicamente, pero por el momento ya no existen sacerdotes secuestrados. Sin embargo, cuatro universidades han sido confiscadas y siete congregaciones de religiosas fueron expulsadas.
¿Qué formas de persecución sufre la Iglesia en el país?
Ataques, amenazas, profanación, robo, confiscación de bienes, arresto domiciliario… la persecución que sufre la Iglesia en Nicaragua es multifacética. Los sacerdotes están bajo vigilancia las 24 horas y deben pasar su agenda de actividades un día antes de que las realicen, si no lo hacen, la policía puede suspenderlos o encarcelarlos. Viven un asedio permanente.
Los laicos administradores de las capillas y lectores de la palabra también están bajo amenaza. Las cuentas bancarias personales de los sacerdotes, de la Conferencia Episcopal y de los colegios parroquiales están bloqueadas y la Iglesia está bajo investigación por lavado de activos. Un delito que, lógicamente, no han cometido.
También se han prohibido todas las procesiones y actividades de piedad popular. Solo en Semana Santa 2023 se prohibieron más de 3176 procesiones; las misas que para conmemorar el día de los difuntos también fueron prohibidas en los cementerios públicos y privados.
El rezo diario del rosario, la participación en misa y otras actividades que se realizan en las iglesias es el arma con la que cuentan los católicos”.
Este clima empuja a muchos sacerdotes al exilio. Otros lo están considerando muy seriamente bajo el peso de la represión y las amenazas de muerte de la policía y los paramilitares financiados por el régimen de Daniel Ortega. Los sacerdotes y sus familiares reciben constantemente mensajes de odio que solo alientan a personas cercanas a la dictadura a atacar a los sacerdotes y vandalizar iglesias, etc. Saben que los crímenes cometidos contra la Iglesia quedarán impunes.
¿Cómo se manifiesta la “resistencia” de los católicos en Nicaragua?
La única resistencia es la oración constante. El rezo diario del rosario, la participación en Misa y demás actividades que se desarrollan en los templos. A pesar del asedios de policías y paramilitares, el pueblo católico sigue aferrado a su fe y a sus creencias religiosas.
¿Qué representa la Iglesia para el gobierno de Daniel Ortega?
La Iglesia Católica es una piedra en el zapato de Daniel Ortega. Cuando él o su esposa miran a un obispo o a un sacerdote, no ven a un hombre de fe, sino a un soldado armado que va a la guerra. La Iglesia es el peor enemigo del gobierno de Ortega.
¿Y para la población?
Creyentes y no creyentes se han unido más a la Iglesia Católica, de manera solidaria. Además, ¡los católicos no han abandonado las iglesias! Continúan asistiendo a Misas y participan activamente en la vida de su parroquia.
Aunque son monitoreados constantemente, continúan resistiendo a través de la oración. Sin embargo, mientras que hace unos años los grupos de oración estaban abiertos en las iglesias, ahora se reúnen en casas privadas para evitar ataques o arrestos.
Hay más unión, más oración y el miedo se va venciendo cada vez más.
La Iglesia siempre está abierta al diálogo y a servir de intermediario para la paz, pero a la dictadura no está interesada”.
¿Cómo cree que evolucionará la situación a medio plazo?
Por lo que he documentado en mi estudio “Nicaragua, una Iglesia perseguida” durante el a partir de enero de 2024, creo que las agresiones y ataques en contra de sacerdotes y obispos van a continuar mientras esté la dictadura Ortega-Murillo en Nicaragua porque el objetivo de la dictadura es aniquilar por completo a la Iglesia Católica.
Con el tiempo la dictadura ha ideado nuevas formas de perjudicar a la Iglesia. Hasta el día de hoy no lo han conseguido y creo que no lo harán, pero esos ataques tendrán un efecto duradero en la Iglesia.
¿La Iglesia puede hacer progresar la situación en Nicaragua?
Desde el inicio de las protestas contra el gobierno de Ortega, en abril de 2018, la Iglesia hizo un llamado al diálogo; también llamó a la dictadura para que cesara toda la persecución y asesinatos, desapariciones y encarcelamientos injustos, pero la dictadura nunca ha hecho caso.
Creo que la Iglesia Católica siempre está abierta al diálogo y a servir de intermediario para la paz, pero a la dictadura no está interesada en negociar con la Iglesia. Lo único que busca es imponer sus ideales y ser reconocidos como una democracia a nivel internacional.