Nos duele no poder celebrar en comunidad. Pero en este dolor, nace la oportunidad de crecer en conocimiento y compromiso con el sostenimiento de nuestra Iglesia.
En la Argentina, como en una parte importante del mundo, el sostenimiento de la vida parroquial, de la vida eclesial, depende de las colectas en las Misas. Sin Misas presenciales, la Iglesia ha explorado con mucha creatividad distintas alternativas que terminaron convocando incluso a quienes no participaban activamente de su vida.
En la Argentina, este período coincidió providencialmente con el lanzamiento del Programa FE, programa que tiene como finalidad generar los recursos propios para sostener la labor de la Iglesia en todo el país, reemplazando los aportes recibidos del Estado para las parroquias de frontera, los seminarios y las asignaciones de los Obispos.
Herramientas para la colaboración
El padre Máximo Jurcinovic, vocero de la Conferencia Episcopal Argentina, explicó que esta renuncia progresiva impulsada por la propia Iglesia “se inició sobre todo por una necesidad de la Iglesia de fortalecer el sostenimiento de su propia vida, a través de sus propios fieles”. Con FE han procurado dar a los fieles más herramientas para que puedan colaborar con la misión de la Iglesia, incluso con sus propias comunidades, con la posibilidad de hacer llegar mediante una navegación en internet la donación a cada parroquia, por más recóndita que sea.
Pero, como explica el padre Jurcinovic, no se trata solo de sostener. “Este proceso progresivo tiene la misión de hacer crecer la responsabilidad y el compromiso de los fieles por el sostenimiento de sus pastores, por la formación de los seminaristas, y en especial por el sostenimiento de la acción de la Iglesia en los lugares más pobres: eso significa parroquias de fronteras, parroquias que están ubicadas en zonas de mucha complejidad, en regiones de difícil acceso, a las que se ayuda con espíritu de comunión para poder vivir este camino de unión tanto espiritual como en los bienes, unidad que es propia de la vida de la Iglesia”, explica.
En diálogo con el padre Máximo exploramos cómo la Pandemia interpeló a la creatividad e hizo que surgieran algunos frutos de solidaridad y compromiso inesperados.
Con la llegada de la Pandemia, y las restricciones que todos vivimos, también se impuso la imposibilidad de recaudación por las colectas, tan importante para el sostenimiento de sacerdotes y la pastoral. No obstante, la Iglesia intensificó su labor en muchas áreas… ¿Cómo fue la reacción de los fieles con la posibilidad de explorar nuevas formas de acercar colaboración?
Uno de los problemas fue que las parroquias comenzaron a pensar en el tema de la sustentabilidad. La gran mayoría de las parroquias argentinas, el mayor compromiso para su sostenimiento se da en lo que llamamos la colecta de la Misa, pasar la canasta. Eso fue una preocupación muy importante. Pero ante esto, hay que destacar dos cosas. Por un lado, la creatividad de la Iglesia para crear nuevas instancias.
Rápidamente la Iglesia se puso en contacto con quienes frecuentan las tecnologías y modos de pago virtual para poder mantener la posibilidad de que la gente colabore. Y aparecieron muchas alternativas mediante billeteras virtuales, códigos de pago virtuales, transferencias, todos modos para seguir colaborando pese a no poder concurrir a las celebraciones de manera presencial. Y colaborar no solo durante la transmisión de las Misas, sino en todo momento.
En segundo lugar, la reacción de los fieles ha sido muy muy buena. Ha sido de poder tratar de favorecer siempre el sostenimiento de la Iglesia. Y en muchos lugares han penetrado estas formas tecnológicas, pero también se ha visto gente que podía circular y quizá pasaba a buscar el dinero ofrecido. Todo hizo que la gente, el pueblo, pudiera colaborar mucho mejor, y más.
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