La parroquia Stella Maris, ubicada en el barrio de Carrasco (Montevideo, Uruguay) fue el lugar de encuentro. Ahí me recibió -en un día lluvioso y triste- con una amplia sonrisa “El Gordo” Juan Andrés Verde, un mediático y joven sacerdote de 30 años que supo defender a la selección uruguaya juvenil (“Los Teritos”) de rugby.
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Está siguiendo el Mundial de Rugby que se disputa en Japón con mucha atención y confiesa que le está cambiando los días, pues debido a la diferencia horaria los partidos suelen ser en la madrugada uruguaya. También sigue a la selección argentina, los famosos “Pumas”, y considera que entre ambos equipos prima un espíritu de hermandad.
Sin embargo, “El Gordo” -como le gusta que le digan, pues no pierde nunca la oportunidad de aclarar que Juan Andrés le decía su madre cuando estaba enojada- se siente un “tero” más y se ha alegrado muchísimo con el debut victorioso y hazañoso ante Fiji.
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¡El espíritu del rugby!
Uruguay nomaaaaaaa!!!!!!!!
— Cura Juan Andrés Verde (@gordo_verde) September 25, 2019
Estos TEROS ya hicieron historia!!!!!!!!!!!!! Gracias muchachos!!!!! Vamo arriba la celeste!!!!!!!!!!!! pic.twitter.com/K3DHeBmH7Z
Es que “El Gordo” sabe muy bien qué se siente formar parte de un grupo de jugadores encargados de defender los colores de su país en eventos de esta envergadura. Juan Andrés (le continuaré llamando también así respetuosamente –y con su permiso- para no ser tan reiterativo con su sobrenombre) ha jugado los mundiales juveniles de Irlanda y Japón. Conoce muy de cerca la realidad e intimidad de varios de los que están jugando en la selección mayor.
Incluso, confiesa, en Irlanda y Japón llegaba a ir junto a otros compañeros de equipo a misa los domingos, un poco ya dejando de manifiesto que en su vida había una búsqueda especial más allá de la rutina de los entrenamientos. Fue en medio de todo esto mientras transcurría su vida “normal” -deporte, novia, estudio y amigos- que hubo alguien que le cambió la vida.
“La Celeste” por la de Cristo
El 3 de diciembre de 2017 Juan Andrés fue ordenado sacerdote y si bien hasta el día de hoy sigue de cerca todo lo que acontece con el rugby, aquel día fue enfático en recordar que había cambiado la camiseta “Celeste” –como habitualmente se le dice a la indumentaria de una selección uruguaya- por la de Cristo, siendo una de sus frases más recordadas. “Vestir la de Cristo no tiene palabras”, esbozó en aquel momento (¡Hasta el cielo no paramos! es otra de las que suele usar con frecuencia).
Puedes recordar aquel momento y testimonio aquí (video ICM):
Aquel día, momento que tuvo a la Catedral Metropolitana de Montevideo desbordada de gente, una de las tantas personalidades que lo acompañó fue la de Gustavo Zerbino, sobreviviente de la famosa tragedia de los Andes de octubre de 1972 (conocida también como Milagro de los Andes), instancia en la que un avión militar que llevaba a jugadores del equipo de rugby Old Christian –con alumnos de Stella Maris- se estrellara en la cordillera rumbo a Santiago de Chile (luego de 72 días en la montaña 16 personas fueron rescatadas).
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Juan Andrés recuerda aquella historia y reconoce que desde siempre le ha impactado mucho. Es que aquellos jugadores también estaban vinculados al rugby. Juan Andrés ha logrado estar en el lugar de la tragedia. Hoy en día sigue recibiendo –a través de la parroquia Stella Maris- a varios de los sobrevivientes, amigos y familiares. Incluso, de algunos, ha llegado a ser confidente, confirma.
De fondo, el ruido de la intensa tormenta que acompañaba de una manera más que especial aquella particular reflexión.
Aquí puedes ver entrevistas y más testimonios de “El Gordo” Verde: (hacer click en galería)
“Los Teros”, sacrificio y superación
Hablar de rugby es hablar también de valores. Compañerismo, juego en equipo, humildad, sacrificio. Todo esto –y más- no solo lo ha experimentado “El Gordo” como filosofía de juego y vida, sino que también se ve reflejado en el desarrollo de la selección uruguaya de rugby.
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Así lo confirma, por ejemplo, el libro recientemente publicado “Los Teros, una historia de sacrificio y orgullo del rugby uruguayo” del periodista Ignacio Chans. A través de una recopilación de poco más de 150 páginas expone cómo ha sido la evolución en los últimos años de un equipo que era considerado amateur a otro que fue mejorando en cuanto al profesionalismo (también en cuanto a infraestructura) y que ya ha regalado varias hazañas deportivas.