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La vocación sacerdotal del padre Jose Juan Montalvo -mejor conocido como el Padre Borre en redes sociales– tiene un componente que la diferencia de otras vocaciones: hace 17 años que eligió a la Virgen de Guadalupe como madrina de su vocación y, desde entonces, es ella quien acompaña su camino.
A los 22 años, con una ingeniería terminada y un trabajo que disfrutaba, el padre recibió por segunda vez un llamado al sacerdocio que no pudo dejar pasar.
A pesar de haber crecido en una familia creyente y practicante, y a pesar de haber sido un joven católico, su devoción mariana no era muy grande. Sin embargo, en medio del proceso de discernimiento, lleno de dudas y temores, viajó de Monterrey a la Ciudad de México por cuestiones de trabajo y decidió visitar la Basílica de Guadalupe.
Frente a la imagen, eligió un espacio pequeño en donde pudiera quedarse unos momentos viendo a la Virgen:
“Recuerdo muy bien que yo estaba viendo la imagen de la Virgen y yo le dije: Mamita María, dicen que tú tienes palancas en el Cielo, así que desde este momento tú vas a ser la madrina de mi vocación y de ti depende que yo llegue a ser lo que Dios quiera; y a cambio, yo me comprometo a rezar el Rosario, el cual tú sabes que no me gusta, pero me voy a esforzar en hacerlo”.
Frente a la Virgen de Guadalupe, en una banca de la Basílica rezó su primer rosario él solo, sin la compañía de nadie. A partir de ahí, el “camino pedregoso, lleno de dudas y de miedos pasó a ser una autopista y empezó a aclararse todo”.
Las coincidencias – o diosidencias- no dejaron de aparecer en su camino como signos de que la Guadalupana seguía presente, guiándolo y haciendo su parte.
El padre Borre ingresó al seminario, se ordenó y hoy, en su día a día como sacerdote, la Virgen continúa acompañándolo. “No me ha soltado (..) siempre veo un signo de ella, una particularidad”
No era muy afecto a ella y al rosario, y ahora (ella) no me suelta y me lleva a todos lados”.
El rosario: “un abrazo de mamá”
Después de haber descubierto esta devoción y amor por María, y de aferrarse al rezo del rosario, el padre Borre identifica claramente tres frutos espirituales: paz, iluminación y fortaleza.
Para ilustrar la paz que transmite, compara el rosario con un abrazo de mamá. “Llegas cansado, deprimido y nada más quieres el abrazo. A veces la mamá no dice nada, pero el puro abrazo, el sentirla ahí al lado, ya da tranquilidad”.
Pero también, al ser un momento de oración que nos conecta con Dios, uno de sus frutos es la iluminación. “Aunque pueden decir es una oración repetitiva, te va conectando con Dios. Entonces, de repente, empiezas a entender mejor las cosas -o la virgencita te sopla lo que Dios te quiere decir-. Ahí yo siento que Dios me responde, me da la respuesta de lo que estoy necesitando”.
Por último, señala que el rosario fortalece ante las tentaciones, como lo han señalado muchos santos. “El Rosario, me acerca más a Dios y me acerca más a la Virgen María, que me hacen fuerte (..) me hace más sabio, más fuerte ante las tentaciones, ante las circunstancias de la vida”.
Los consejos para crecer en la devoción mariana
El presbítero cuenta que, aunque su encuentro con la Virgen fue muy especial y la historia suena muy romántica, iniciar a rezar el rosario de manera constante no siempre es sencillo. “Al principio me daba sueño, andaba pensando en los mandados, en los pendientes” por ello, ofreció dos consejos que para él fueron útiles:
1
El consejo práctico: hacerlo en movimiento
“Hacerlo caminando, contemplando, en voz alta. Técnicamente fue algo que me facilitó mucho las cosas”.
2
El consejo espiritual: tener una motivación
Escoger un ofrecimiento especial, algo que realmente le dé sentido al rezo, aunque al principio no tengamos aún esa devoción.
“Ponle una intención tan fuerte que, al menos en la primera etapa, te ayude a rezar el rosario; y creo que va a llegar un punto donde el rezo ya sea parte de ti”.
Por último, el padre Borre recuerda cómo María guardaba todo en su corazón y resalta que, actualmente, vivimos tan acelerados -y sin profundizar en lo esencial- que nos faltan momentos de discernimiento y meditación que se conviertan en oración. Por ello, nos invita a “guardar en nuestro corazón y dialogar con el Señor”.
“Meditar, discernir, reflexionar, interiorizar. ¿Qué está pasando en mi corazón? ¿Qué estoy guardando ahí? ¿Qué es lo que me está moviendo? ¿Qué es lo que me tiene preocupado? ¿Qué es lo que me da alegría? Creo que María reflexionaba todo eso en su corazón y ahí se convertía en oración; esa reflexión se convertía en oración”.
El padre Borre que disfruta de compartir su vida como sacerdote y algunas enseñanzas y consejos en redes sociales, comparte para Aleteia que en nuestra oración personal, nuestra vocación y vida como cristianos es importante “discernir lo que estamos guardando en el corazón” y elegir a María como “madrina de vida”.