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San Felipe de Jesús, protomártir mexicano, fue ejecutado en Japón el cinco de febrero de 1597 junto a otros misioneros.
Listo para ser sacerdote, comienza su viaje de retorno a México pues en Filipinas no había un obispo que lo pudiera ordenar. En el mar, la embarcación sufrió daños que lo llevaron como náufrago a Japón, país donde los cristianos eran perseguidos.
San Felipe tuvo la oportunidad de salvarse, pues estaba en Japón como un náufrago y no como un misionero; sin embargo, fue su deseo unirse a los religiosos que pronto serían ejecutados.
Antes de morir envió una carta a sus padres
Mañana moriré ejecutado en la cruz, pero no tengo miedo”
Descubre el mensaje completo de esta carta en el video que aparece al inicio de este artículo.