Remontándonos a los inicios del aborto, hubo una mujer que fue la propulsora de este acto, llamada Margaret Sanger. Esta mujer del siglo XIX trabajó como enfermera y fue ahí donde, viendo a muchas mujeres que llegaban a dar a luz, decidió comenzar con un movimiento que controlara la natalidad.
En una entrevista realizada por el periodista Mike Wallace, la activista Margaret, con frialdad, comentó que “el mayor pecado es traer niños al mundo que hereden enfermedades de sus padres y que se conviertan en delincuentes, asesinos, etc”.
Por lo que empeñó gran parte de su vida en crear centros para el control de natalidad, dando pie al primero en 1916. Posteriormente, en 1921 se fundó la IPPF, International Planned Parenthood Federation. Al día de hoy, este es el centro abortista más grande del mundo y ha promovido a las mujeres la idea de que “sus derechos reproductivos” pueden permitir o impedir que un bebe nazca.
Comprendiendo cómo surge este centro, desmentimos algunos de los argumentos que se promueven en sus centros.
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¿El aborto realmente es seguro?
Para tener respuestas certeras, entrevistamos a Mayra Rodríguez, ex directora de uno de los centros abortistas de Planned Parenthood en Arizona.
Mayra respondió que, al trabajar allí, ella misma les decía a las mujeres que el aborto era una práctica segura. Sin embargo, se dio cuenta de que en realidad no lo era, pues muchas mujeres sufren estragos después de practicarse un aborto.
A nivel físico, trae consecuencias como: perforación en el útero, infertilidad secundaria, hemorragias severas, laceración, desgarramiento o daños al cérvix, así como infecciones severas.
A nivel emocional: traumas, ansiedad, depresión y adicción a las drogas o al alcohol, entre otros.
Finalmente, cuando hablamos a nivel espiritual, puede haber consecuencias como la culpa o la melancolía.
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“Aborto gratuito”
Mayra compartió que en algunos estados la empresa de Planned Parenthood está financiada por el gobierno y los abortos son “gratuitos”, debido a que son pagados por los impuestos de todos los ciudadanos. Esta misma situación se reproduce en países en los que el aborto está permitido por la ley.
La cantidad de dinero que entra diariamente a este centro abortista es impresionante; además, recibe dinero por donaciones de empresas que, año con año, donan cierta parte de sus ganancias. Empresas que consumimos en lo cotidiano y que ni siquiera tenemos idea de que, parte de sus donaciones, van para el financiamiento de la IPPF o de otras asociaciones proaborto.
3
“Aborto digno”
Al platicar con Mayra sobre su estadía en este centro de abortos, nos compartió las reglas que tenían para tratar a las mujeres, desde la vestimenta que el personal portaba, hasta el lenguaje que empleaban a la hora de atender a las mujeres embarazadas.
Comentó para Aleteia que su vestimenta médica o “scrubs” no podía tener caricaturas o dibujos; éste tenía que ser liso o llevar gatos o perros, pero nada relacionado con los niños.
Por otro lado, el lenguaje hacia ellas tenía que ser sobrio y sin olvidar que, al bebé de cada madre que llegaba al centro, se le tenía prohibido llamarle “bebé”, solo pueden emplear términos como “producto”, “feto”, etc.
En adición, el personal tenía estrictamente prohibido empatizar con las madres e incluso recordar sus nombres, ya que se les decía que era por protección a la identidad de la mujer.
Al momento de leerles las complicaciones de un aborto, Mayra Rodríguez narra que muchas mujeres comenzaban a asustarse, a lo que el personal tenía que responder frases como “es muy raro que pase”, “aquí nunca ha pasado”, “vas a estar bien”, entre otras.
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“Interrupción del embarazo”
Para finalizar, el uso de términos es relevante, pues se hace uso de eufemismos, que no son más que la deconstrucción del lenguaje para que no suene feo o para esconder el verdadero significado que este acto implica: un asesinato.
En realidad, decir “voy a interrumpir cierta acción” –como ver una película porque tienes que ir al baño o porque tienes mucho sueño– significa que esto seguirá estando ahí para que lo retomes cuando sea el momento.
Sin embargo, en un centro abortista entran dos (la madre y su hijo) pero con suerte solo sale una, que es la madre, pues el bebé muere.
Por ello, y con la creciente legalización del aborto en diferentes países, es importante permanecer atentos e informados para no caer en las trampas que, parte de la sociedad, quiere hacernos creer.
*El siglo en el que nació Margaret fue actualizada el 4 de enero de 2024 debido a una falta de precisión en la información.