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Sylvester Stallone es una de las pocas estrellas cinematográficas que, aunque algunos años sufre altibajos de crítica y popularidad, sigue manteniendo el interés del público, produciendo y protagonizando proyectos y cumpliendo con la taquilla. 2023 ha sido uno de sus años más productivos.
En septiembre, el Papa Francisco le recibió en una audiencia privada en el Vaticano. El actor llegó con su hermano Frank, su mujer Jennifer Flavin y sus tres hijas. Stallone le dijo que era un honor conocerlo. El Papa respondió: “Hemos crecido con sus películas”. Circula por ahí un vídeo al respecto.
Stallone ha estrenado este año una serie de ficción (Tulsa King), un reality show (Conoce a los Stallone), dos secuelas en el cine (Los mercenarios 4 y Guardianes de la galaxia. Vol. 3) y un documental de Netflix (Sly).
En Tulsa King, escrita y dirigida por Taylor Sheridan, y rodada en tono de comedia, interpreta a un gángster que sale de prisión e intenta abrirse camino de nuevo. El núcleo de la serie es la relación con su hija: la ha perdido y se obstinará en recuperarla, en ganarse su cariño y su confianza. Como este, muchos de los filmes de Stallone suelen tener el ámbito familiar como el motor que mueve al personaje.
En Conoce a los Stallone las cámaras se adentran en su vida doméstica, en sus relaciones con amigos del mundo del espectáculo (como Al Pacino o Dolph Lundgren) y, sobre todo, en su dimensión de hombre de familia siempre dedicado a su mujer y a sus hijas.
En Los mercenarios 4 regresa en el papel de Barney Ross, una de esas sagas consagradas a la acción y al entretenimiento puro. Para Guardianes de la galaxia. Vol. 3 ha aceptado intervenir en un papel testimonial, casi un cameo, ya anunciado en los créditos de la segunda parte de la película de James Gunn.
Sly: películas y redenciones de un hombre de familia
Pero Sly, documental dirigido por Thom Zimny para Netflix -y producido por Stallone a mayor gloria de su figura-, es la joya de la corona de todos estos títulos presentados en 2023. Se trata de un recorrido por su faceta como cineasta: actor, guionista, director y productor. 90 minutos de entrevistas, metraje de numerosas películas, imágenes de archivo y testimonios de gente como Talia Shire, Quentin Tarantino y Arnold Schwarzenegger.
Aunque se centra principalmente en sus dos personajes más populares, Rocky Balboa y John Rambo, nos desvela cómo ha sido su camino hasta llegar al punto en el que está. Desde los inicios difíciles saturados de pobreza, crueldad paterna, supervivencia en las calles, rechazos como actor y ganas de dejarlo todo, hasta el triunfo comercial y crítico con Rocky, los altibajos de la fama, los fracasos cuando se adentró en la comedia y sus regresos a las secuelas de Balboa y Rambo.
Quienes hayan sido críticos con Stallone descubrirán aquí que, incluso en películas menores o poco consideradas como Rocky IV, había un subtexto. Que el personaje siempre estaba inspirado en vivencias suyas: la necesidad de salir adelante, los engaños de centrarse en el éxito y apartarse de la familia, la duda sobre sus capacidades, el miedo de no estar a la altura, las ganas de demostrar que uno aún vale aunque la vejez esté llamando a su puerta… Rocky, por ejemplo, no es la historia de un boxeador. Es la historia de un pobre diablo que boxea y no tiene dónde caerse muerto y se enamora de una chica marginada que lo convierte en mejor persona.
Las declaraciones de Stallone en el documental son lapidarias y demuestran que las dice un hombre culto, inteligente y de vuelta de todo. Un hombre hecho a sí mismo al que, afirma, le gusta reparar los errores de los que se arrepiente mediante la escritura y la pintura. “El rechazo es lo que me da aliento. Es un reto”.
Sly asegura creer en la intervención divina. Sabe que hubo un tiempo en el que dedicó menos horas a su familia y ahora quiere remediarlo. “La vida es una suma hasta los 40 y después es una resta. Los hijos se van de casa, los amigos se van, algunos se mueren, te quedas sin trabajo. Todo se va. Lo pierdes”, comenta en el documental.
Hay en su cine una necesidad de darle al público algo en lo que creer. Por ejemplo que, a veces, surgen héroes. “Quiero ser el tío que salva a la gente”, afirma. Por eso solía negarse, en muchos filmes, a que el protagonista muriese. En principio a John Rambo lo asesinaban en Acorralado, pero él se negó. No le parecía justo que los veteranos de Vietnam vieran que podrían acabar así. Le gustan los finales felices.
“Me dedico al negocio de la esperanza”, sostiene. En el epicentro de su vida y de su cine, expone “Sly”, están la familia y la esperanza. Hay que cuidarlos, insiste.
A pesar de la mala relación con su padre, hizo las paces con éste cuando estaba ya muy enfermo. Stallone es un hombre que consigue perdonarse a sí mismo y logra perdonar a los demás. Como dice un personaje de una novela de Pierre Lemaitre: “La recompensa de la redención es el perdón”.