La Iglesia considera beatificar al famoso teólogo del siglo XX Henri de Lubac (1896-1991). Los obispos de Francia, reunidos en asamblea plenaria en Lourdes, votaron a favor de abrir su causa, según anunciaron el 31 de marzo de 2023.
Nacido en Cambrai, en el norte de Francia, en 1896, se unió a la Compañía de Jesús en 1913 en Inglaterra. Las congregaciones religiosas habían sido expulsadas del territorio francés tiempo antes.
En 1915, Lubac fue reclutado. En 1917 recibió una fuerte herida en la cabeza en el frente. Quedó permanentemente marcado por su experiencia en la Primera Guerra Mundial.
Ordenado sacerdote en 1927, enseñó teología en Lyon. Tuvo alumnos como Jean Daniélou y Hans Urs von Balthasar, entre otros, que permanecieron unidos a él.
Teología audaz
Se convirtió en una figura reconocida en el mundo intelectual tras la publicación en 1938 de su libro Catolicismo, sentando las bases de una teología abierta al diálogo interreligioso y al enfrentamiento firme pero respetuoso con el ateísmo.
Firmemente opuesto al antisemitismo y al nazismo, cofundó en 1941 con el padre Jean Daniélou la colección Sources chrétiennes, que ofrece textos antiguos con sus traducciones, comentarios explicativos y notas.
La posguerra estuvo marcada por un período de aislamiento, siendo su teología demasiado audaz en un momento marcado por un cierto endurecimiento de actitudes.
En la década de 1950, fue sospechoso de modernismo y suspendido como profesor mientras todos sus libros publicados fueron censurados.
Rehabilitación
Habiendo caído por sí solas las acusaciones, fue nombrado experto en el Concilio Vaticano II, en los secretariados para los no creyentes y para los no cristianos.
En el concilio, desempeñó un papel no desdeñable que le valió la admirada amistad de un joven obispo polaco llamado Karol Wojtyla.
Y en 1983, ocho años antes de su muerte en París en 1991, Juan Pablo II lo creó cardenal no electoral.
El papa Francisco, que era un religioso jesuita en formación en la época del Concilio Vaticano II, leyó sus obras en francés y lo cita con frecuencia, especialmente en su visión de una “Iglesia Madre”.
La enseñanza de Benedicto XVI sobre una “hermenéutica de la continuidad” en la interpretación del Concilio Vaticano II también se basó en gran medida en Henri de Lubac.
El último Premio Ratzinger otorgado en vida del papa emérito Benedicto XVI, en 2022, fue otorgado al jesuita francés Michel Fédou, especialista en la obra de su célebre colega en la Compañía de Jesús.
El Premio de Lubac, que lleva su nombre, se otorga anualmente desde 2004 a dos autores de tesis doctorales (uno en francés y el otro en lengua extranjera) que estudian en universidades pontificias romana.
Sabiduría accesible
Destacamos dos breves y penetrantes reflexiones de este gran teólogo del siglo XX:
“Quien recibe algo sin dolor lo conserva sin amor”
“Cuando amenaza un conflicto, hay que anteponer la dignidad a la felicidad. Esta es la forma de salvarlos a ambos; porque, suponiendo que se alcance una cierta felicidad, la felicidad sin dignidad no es felicidad humana”.
