“Estamos llamados a construir el futuro juntos con los migrantes, refugiados, desplazados, y víctimas de trata de personas. Para poder llegar a ese futuro, primero hay que preservar la vida”.
Con este mensaje y con la etiqueta #NoCrucesElDarien inició la campaña “El Darién no es el camino, es un tapón” de la Red Eclesial Latinoamericana y Caribeña de Migración, Desplazamiento, Refugio y Trata de Personas (Clamor).
Con esta campaña la Red perteneciente al Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), pretende disuadir a miles de venezolanos que están huyendo de su país (y otros migrantes sudamericanos y caribeños) que no se internen por esa “ruta mortal” en su camino hacia el norte.
Esta no es una alternativa
La Selva del Darién, explica la Red Clamor, “se ha convertido en una ruta más que peligrosa, una vía mortal que parece no detener a los miles de migrantes en su mayoría venezolanos que han decidido recorrer sus caminos buscando nuevas oportunidades para una mejor vida”.
Está región, conocida como Tapón de Darién (por su carácter impenetrable, combinación de pantanos, selvas, ríos, montañas, fieras salvajes y grupos criminales que en ella encuentran cobijo) comprende parte de la provincia de Panamá (en Panamá) y el norte del departamento del Chocó, en Colombia.
En el interior no hay carreteras, no hay caminos vecinales ni puestos de auxilio. Los migrantes que se aventuran –desesperados y muchas veces en precarias condiciones de salud—a atravesar la barrera, pueden quedar atrapados en ella y en ocasiones lamentables, morir.
El fin de los sueños de muchos
“Desde la #RedCLAMOR nos hacemos cercanos y reconocemos los sueños y anhelos que están en los corazones de cada uno de los hombres y mujeres que en la mayoría de los casos toman esta decisión por sus hijos e hijas” para emprender un camino hacia Estados Unidos, o en último caso a México.
“Sin embargo hacemos un llamado a la reflexión, evaluación y toma de conciencia antes de emprender este viaje que para tantos ha resultado mortal: «El Darién no es el camino, es un tapón» que toma la vida y los sueños de quienes desde la desesperación se lanzan a la suerte de atravesarlo”, advierte Clamor.
A la voz de alarma de la Red se ha unido el obispo de la diócesis colombiana de Apartadó, Hugo Alberto Torres Marín, porque se está produciendo una auténtica “crisis humanitaria” en las zonas de Urabá y Darién. Entre 1.800 y 2.100 personas llegan y salen del municipio de Necoclí cada día.
Oleadas migratorias
La crisis venezolana, que ha expulsado ya a más de siete millones de personas, un 25 por ciento de la población del país, está impactando en los cruces en la selva del Darién de una manera significativa. Y el número de muertes crece día con día.
Según ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), el número total de personas que han cruzado la selva este año casi se ha triplicado en comparación con el mismo periodo del año pasado: de 2.928 en los dos primeros meses de 2021 a 8.456 en el mismo periodo de 2022. La cifra de este año incluye 1.367 niños y adolescentes.
La Agencia FIDES señala que “el inicio del éxodo de venezolanos de su país se remonta al año 2002. Desde entonces hasta ahora se han sucedido cinco oleadas migratorias, según los observadores, debido a factores políticos, económicos, de inseguridad y de violencia”.
Para los especialistas en migración, para la Red Clamor, para ACNUR y para quien lo quiera ver sin anteojeras ideológicas o políticas, la de Venezuela se trata de la mayor crisis migratoria y humanitaria jamás registrada en América Latina.