En su 38º viaje apostólico a Kazajistán (del 13 al 15 de septiembre), el papa Francisco se presenta como peregrino en búsqueda de paz y de reconciliación en la cumbre interreligiosa organizada por el gobierno kazajo, en la capital Nur-Sultán, en momentos de tensión internacional por la guerra en Ucrania.
Recientemente, el Papa ha alertado del peligro de la guerra atómica y ha pedido seguir rezando a la Virgen María. “Hoy estamos viviendo una guerra mundial, ¡por favor, paremos!“, exclamó el Papa en la última audiencia general. El domingo dijo que este tercer viaje del año 2022 fuera de Italia sería “una oportunidad” para tener “un diálogo como hermanos, animados por el deseo común de paz, una paz de la que nuestro mundo está sediento”.
En todo esto, el programa del viaje ha tenido que hacer cuentas con la actualidad: los vientos de guerra desviaron hasta el avión papal. El Airbus A330-202 de la empresa italiana ITA, evitó sobrevolar los territorios de Ucrania y Rusia.
La tensión bélica y diplomática es tal, que la ruta del vuelo papal tuvo una variante que alargó el vuelo de una hora (ya contemplado en el itinerario oficial) y así el Papa no envió telegramas de saludo ni a Putin, ni a Zelenski, como sí lo hizo con los países sobrevolados: Italia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Serbia, Bulgaria, Turquía, Georgia, Azerbaiyán y Kazajistán.
Kirill y Francisco
La expectativa sobre la participación del Papa en el 7º Congreso de Líderes de Religiones Mundiales había desacelerado, pues lo más esperado era el anunciado reencuentro con el Patriarca de Moscú Kirill que se frustró porque el líder ortodoxo ruso al que el Papa llamó “monaguillo” de Putin, cada vez más aislado en el mundo ortodoxo, declinó la invitación.
Francisco probablemente tiene mucho que conversar con él de la guerra en Ucrania. El Papa ha denunciado, varias veces, que se trata de “una guerra cruel y sin sentido”, mientras que Kirill defendió la “operación militar” y la lucha contra “los enemigos internos y externos” de Rusia.
Al Papa, 85 años, se le verá en silla de ruedas por los dolores en la rodilla, así subió al avión, y, a pesar de que los médicos le sugerían reducir su ritmo de viajes, no ha querido renunciar a su visita a Kazajistán, donde un centenar de delegaciones de unos 50 países participarán los días 14 y 15 de septiembre en este evento.
“El diálogo, el acercamiento, la tolerancia, la búsqueda de paz entre distintas religiones y mundos culturales están en el corazón de este viaje”, dijo el lunes el portavoz de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni.
Xi Jinping y el Papa: tan cerca, pero tan lejos
Durante los tres días de estancia del pontífice, del martes al jueves, se espera también en la capital kazaja al presidente chino Xi Jinping, que “realizará visitas de Estado a Kazajistán y Uzbekistán” del miércoles al viernes.
En la agenda del líder chino hay un encuentro con Putin con motivo en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shangai (OCS), en Kazajistán. La antigua república soviética es un importante proveedor de energía, minerales y metales para China.
El papa Francisco y Xi coincidirán el mismo día en la misma ciudad, Nur-Sultán, aunque fuentes vaticanas afirman que no hay una agenda prevista o se pueda imaginar un contacto directo entre ambos líderes. La libertad religiosa será un tema importante y se espera que sea un argumento de los cuatro discursos y una homilía del Papa. Además de sus varias reuniones privadas con algunos líderes religiosos.
Acuerdo Provisional
El Papa manifestó una vez más su deseo de viajar a China en el vuelo a Kazajistán, pero la invitación oficial falta. A pesar de que en octubre la Santa Sede y China deberían dar la noticia sobre el resultado de las negociaciones sobre la renovación del Acuerdo Provisional sobre el nombramiento de los obispos, firmado en otoño de 2018 y renovado el 22 de octubre de 2020 con una duración de dos años y, por tanto, próximo ya a su segunda caducidad.
Cierto es que a finales de agosto la delegación del Vaticano fue a China para discutir una nueva renovación. Un paso adelante más en la reconstrucción de las relaciones entre la Santa Sede y Pekín, rotas desde que Mao, fundador del Partido Comunista, tomó el poder y el inter-nuncio Antonio Riberi se vio obligado a abandonar el país dos años después, 1951.
Francisco explicó hace dos meses que “va lento, pero se han nombrado obispos”, que incluso las autoridades chinas “tienen problemas” porque según las regiones hay gobernantes locales más o menos favorables, pero en definitiva “el acuerdo va bien y espero que en octubre se pueda renovar”. Al ser preguntado sobre la presencia de Xi en Kazajistán, Francisco respondió: “Yo de eso no tengo noticias, pero yo siempre estoy dispuesto a viajar a China”.
Congreso de Líderes de Religiones Mundiales
La cumbre, organizada cada tres años por el gobierno kazajo, pretende fomentar el diálogo entre los representantes de las distintas religiones del mundo para promover juntos “la paz, la armonía y la tolerancia”.
El comité encargado de organizar el encuentro se presenta como una “institución interconfesional internacional permanente” cuyo objetivo es encontrar “puntos de referencia humanos comunes en las religiones mundiales y tradicionales” y la adopción de “decisiones acordadas”.
El Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales fue creado por Nursultan Nazarbayev, primer presidente de Kazajistán, quien visitó el Vaticano en tres ocasiones para reunirse con el Papa Juan Pablo II.
Juan Pablo II
Además, el viaje de Juan Pablo II a Kazajistán en septiembre de 2001 fue clave para convencer al jefe de Estado de que apoyara activamente el diálogo interreligioso. Sólo unos días después de los atentados yihadistas de Nueva York y Washington, el papa polaco se mostró muy cercano a sus anfitriones kazajos, alabando su islam tolerante y fraternal.
Sólo dos años después de este viaje, el presidente kazajo decidió poner en marcha su congreso de líderes religiosos. Los organizadores del Congreso señalan en la página web del evento que “los representantes de la Iglesia Católica fueron de los primeros en apoyar la idea” de una cumbre interreligiosa, que el Presidente Nazabayev presentó en persona a Juan Pablo II en febrero de 2003, incluso antes del lanzamiento oficial del evento en marzo.
