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En la edición del domingo 21 de agosto del programa “La Voz Argentina”, que se emite por el canal Telefé y es uno de los programas televisivos con mayor audiencia en el país, se vivió un momento que los medios han calificado de “incómodo” y sobre el cual quisiéramos detenernos brevemente.
El participante Emanuel Cerrudo acababa de finalizar su interpretación de la versión en español de “I have nothing” y se arrodilló para agradecerle públicamente a Dios. El cantante explicó que se gesto se debía a que se apoyó en su fe para superar una dificultad, más puntualmente una disfonía, que lo tenía preocupado en cuanto a su performance.
Lo curioso (lo “incómodo”) se suscitó al recibir la devolución de parte de su coach, Ricardo Montaner:
“Tu voz es un privilegio, pero quiero decirte dos cosas que yo no haría, como un consejo hacia el futuro -comenzó observando Montaner. “Una cosa es anunciar que tienes una disfonía, porque al que no se había dado cuenta se lo anunciaste. Y, dos, el arrodillarte, como dijiste, para dar gracias a Dios. Gracias a Dios se le da en secreto, en lo íntimo, en la soledad tuya, en tu camerino, en el baño, en tu cuarto… y Él se va a encargar de honrarte en público. Pero tú tienes que darle gracias a Él en lo secreto. Entre tú y él”, indicó el cantautor venezolano.
La primera observación es de tinte claramente profesional. La pregunta que surge es en qué tono ha sido realizada la segunda observación. ¿Se trata de un caso de “corrección fraterna”, dado que es bien sabido que Montaner no sólo es cristiano, sino que incluso hace gala explícitamente de su fe y hasta ha dedicado todo un álbum al Creador (“Fe”), que en este mismo espacio hemos analizado el año pasado? ¿O se trató más bien de otra observación profesional, cercana a la idea de que la manifestación pública de las propias convicciones religiosas podrían poner en riesgo el éxito de un aspirante a cantante en el ámbito secular?
Si se tratara de lo segundo, parecería haber cierta contradicción en Montaner entre su consejo y sus mismas acciones. Si se trata de lo primero, el asunto nos sugiere reflexionar al respecto.
Es el evangelio de Mateo quien podría dar sustento a lo indicado por Montaner: “Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, bien plantados, para que los vea la gente. Os aseguro que con eso ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.” (Mt 6, 5-)
El mismo cantante utilizó la expresiones que hacen clara referencia al conocido pasaje bíblico. Sus palabras pueden ser tomadas como una corrección fraterna que intenta subrayar que hay que tener cuidado de que el centro de nuestra motivación en la oración sea Dios mismo y no nuestro “quedar bien” ante los demás ni nuestro propio orgullo. Aunque no se entiende bien por qué, en tal caso, no se tuvo en cuenta que las mismas Sagradas Escrituras recomiendan realizar este tipo de correcciones primeramente “a solas” (Mt 18, 15).
Si efectivamente se trató de una exhortación a evitar la hipocresía, el consejo puede resultar, a los ojos cristianos, en cierta medida aceptable. No obstante, si la idea es evitar la oración en público por temor a la vergüenza, o a “quedar mal”, o a generar el rechazo de los demás, ciertamente la propuesta no tiene inspiración bíblica. Luego de enseñarnos que de nada sirve ganar el mundo entero si uno pierde su vida, Jesús nos dice que “quien se avergüence de mí y de mis palabras, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria, en la de su Padre y en la de los santos ángeles.” (Lc 9, 26)
No es nuestra intención sumar leña a la polémica que, tras el episodio, se generó en las redes sociales, que de por sí poco suelen tener que ver con una caritativa corrección fraterna y en las cuales la crítica a Montaner resultó tajante y en algunos casos incluso agresiva. Pero dejamos apuntada la crónica de lo sucedido como ocasión para la reflexión personal.