Un árbol de almendro seco sirvió para que Pedro Ortega creara una obra para Dios. Un día del año 2021, mientras caminaba errante por las calles de Valledupar (Colombia), supo que en ese árbol podía tallar al Señor Crucificado. Aunque muchos no le creyeron porque para ellos no era más que un vagabundo adicto a las drogas, hoy su talento es ampliamente reconocido.
“Esta obra es una consagración porque Dios le da a uno un don y uno tiene que multiplicarlo. Yo evalué el espacio y me di cuenta que era el lugar ideal para esculpir a Jesús, porque un artista ve la piedra según la forma de la obra hecha, y por eso fue que escogí este árbol”, manifestó el artista al periódico El Pilón.
Con un par de herramientas talló en pocos días a Jesús en el Parque de las Madres. Con eso le dio nuevamente vida al árbol y fue ese el punto que marcó su camino de rehabilitación, después de 30 años bajo el peso de las drogas y de cuatro años en la indigencia, en los que “no llegaba a la casa por no molestar, hasta que dije no quiero más, ya es suficiente”.