Desde que Superman hiciera su aparición en 1938, los superhéroes y otros personajes de cómics han cautivado la imaginación de niños y adultos.
Los cómics se han convertido en un medio extremadamente popular y han inspirado varios taquillazos en cine que recaudan miles de millones de dólares cada año.
Aunque, por lo general, la Iglesia católica se mantiene al margen de cuestiones particulares en lo referente a literatura y otras formas de arte, la Iglesia ha mencionado los cómics en unas cuantas ocasiones.
Lo positivo de los cómics
La instrucción pastoral publicada en 1971 por la Comisión Pontificia para los Medios de Comunicación Social, Communio et Progressio, explica cómo pueden usarse los cómics en la Iglesia católica.
Hoy las más sencillas páginas y folletos impresos hacen posible llevar a todos los hombres documentos religiosos y artísticos de todo género, informaciones sobre la técnica y la ciencia y sobre todo lecturas destinadas principalmente para la diversión. Los grabados [es decir, los cómics] y los relatos ilustrados son muy útiles incluso para explicar la Sagrada Biblia y contar la vida de los santos. Todos estos recursos de la prensa merecen nuestro interés y apoyo.
Por entonces, los cómics eran tremendamente populares, pero muchos también los miraban con recelo.
En Estados Unidos incluso fueron sometidos a juicio, con una investigación en 1953 para ver si generaban “delincuencia juvenil”.
Esto desembocó en la creación de la Comics Code Authority (o Autoridad del Código de Cómics) en los Estados Unidos, la cual, durante muchas décadas, revisó el contenido de los cómics hasta que finalmente fue disuelta a principios de los 2000.
Cómics católicos
Es importante señalar que la Iglesia católica instó en la época a usar los cómics para el bien y a no despreciar el medio.
En Estados Unidos, esto condujo a la creación de la serie Treasure Chest Comics, una publicación periódica de cómics católicos que existió desde 1946 a 1972.
Presentaba una variedad de historias de la Biblia, vidas de los santos y otras historias creativas de entretenimiento.
Marvel Comics incluso publicó biografías de san Francisco de Asís, san Juan Pablo II y santa Teresa de Calcuta en la década de 1980.
Más recientemente, muchos editores católicos, incluyendo Sophia Institute Press, Tan Books, Pauline Books, y Voyage Comics, han empezado a crear nuevos cómics católicos.
Los cómics no siempre tienen que enseñar la fe, tal y como escribió san Juan Pablo II en su Carta a los artistas, donde explicó cómo el arte tiene el potencial de elevar nuestras mentes a Dios.
Precisamente en este espíritu de estima profunda por la belleza, la Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la Sagrada Liturgia había recordado la histórica amistad de la Iglesia con el arte y, hablando más específicamente del arte sacro, “cumbre” del arte religioso, no dudó en considerar “noble ministerio” a la actividad de los artistas cuando sus obras son capaces de reflejar de algún modo la infinita belleza de Dios y de dirigir el pensamiento de los hombres hacia Él.
Cuando están unidos con la verdad, la belleza y la bondad, los cómics tienen muchos aspectos positivos.
Lo peligroso de los cómics
Aunque los cómics pueden emplearse para el bien, también pueden tener muchos peligros potenciales. San Juan Pablo II mencionó los cómics en su mensaje en la XIV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.
[Los padres,] preocupados en general de vigilar las amistades que mantienen sus hijos, no lo están igualmente respecto de los mensajes que la radio, la televisión, los discos, la prensa y las historietas gráficas llevan a la intimidad “protegida” y “segura” de su casa. Es así como los mass-media entran a menudo en la vida de los jóvenes; sin la necesaria mediación orientadora de los padres y educadores, que podría neutralizar los posibles elementos negativos y valorizar en cambio debidamente las no pequeñas aportaciones positivas, capaces de servir al desarrollo armonioso del proceso educativo.
Implicación de los padres
No todo el mundo emplea los cómics para propósitos buenos y santos.
Esto implica que los niños, que se forman a través de aquello que consumen, cuando quedan sin supervisión, es posible que los niños sean testigos de superhéroes tomando decisiones inmorales o participando en actividades pecaminosas y, luego, queden confundidos por este conflicto con su propia conciencia o su fe cristiana.
Es importante que los padres reconozcan esta realidad y se impliquen en las actividades de sus hijos, supervisando su uso de los medios sociales, de comunicación y de entretenimiento (no solamente los cómics) y garantizando que se formen con Cristo y no con Superman.
En general, la Iglesia católica apoya los cómics y a los superhéroes, pero en general siempre que esté arraigado en la verdad, la bondad y la belleza.