El año pasado no solo fue el año de la pandemia del coronavirus; también lo fue el año en que se rompieron todos los récords existentes de desplazados internos, personas que tuvieron que dejar su hogar por desastres naturales o por conflictos armados, pero que no han salido de sus países de origen.
Según el Consejo de Refugiados Noruego (NRC) durante 2020, una persona cada segundo se vio forzada a desplazarse de su hogar debido a conflictos violentos o a desastres naturales. Principalmente estos últimos fueron determinantes: los estragos del calentamiento global están sintiéndose, sobre todo entre los más pobres.
En la actualidad más del doble de personas viven desplazadas en sus países en comparación con aquellas que han tenido que cruzar fronteras y refugiarse en países vecinos (como el caso de miles de venezolanos en Colombia) o en países lejanos (como el caso de los sirios en Europa).
El hecho es que un total de 55 millones de seres humanos estaban desplazados en sus países al inicio de este año 2021, de acuerdo con el nuevo reporte del Centro de Vigilancia de Desplazamientos Internos (IDMC), una ONG con sede en Ginebra. Al menos 20 millones de desplazados internos son niños menores de 15 años.
“Son los peores números registrados en una década”, dijo Jan England, Secretario General del NRC. Y agregó: “Hemos fallado al no proteger a las personas más vulnerables del mundo de ambas cosas: la guerra y los desastres naturales”.
¿Cuál fue la causa principal?
Aproximadamente 30 millones de personas huyeron de desastres naturales –principalmente huracanes, tormentas e inundaciones– en 2020. Esto representó un aumento de más de cinco millones de seres humanos con respecto al año anterior y el nivel más alto desde 2012.
Se trata de fenómenos que pudieran ser la primera oleada de desastres provocados por el calentamiento global en todo el mundo; fenómenos que impactan en mayor medida entre los más pobres. De hecho, en 2020, cerca de 98 de cada cien desplazados internos tuvieron por causa eventos relacionados con el clima.
Una de las regiones más afectadas fue América Central. La temporada de huracanes en el Atlántico fue la más activa registrada en la historia, con 30 tormentas importantes que obligaron a millones de personas a abandonar sus hogares.
Tan solo en noviembre de 2020, los huracanes Eta y Iota, categoría 5 en la escala Saffir-Simpson (que mide de 1 a 5 la fuerza de los meteoros, y donde 5 representa vientos de hasta 270 kilómetros por hora), desplazaron a cuatro millones de hondureños y provocaron inundaciones en 12 países de Centro América y el Caribe.
Además, las temporadas de ciclones intensos en Asia meridional y oriental y el Pacífico, y las temporadas de lluvias prolongadas en Oriente Medio y África subsahariana, desarraigaron a millones de personas. El ciclón Amphan provocó casi cinco millones de evacuaciones en Bangladesh, Bután, India y Myanmar.
Conflictos eternos
El análisis resalta que a finales de 2020, 48 millones de personas siguen desplazadas de sus hogares debido a los conflictos y la violencia, un aumento de más de dos millones con respecto al año anterior. Este es el número más alto jamás registrado.
El mayor número de desplazamientos se registró en Siria (6,6 millones), la República Democrática del Congo (5,3 millones) y Colombia (4,9 millones). Juntos, estos tres países representan más de un tercio de los desplazados internos del mundo. En cuarto lugar quedó Yemen con 3,6 millones de personas desplazadas, seguido de Afganistán, donde 3,5 millones.
La escalada de violencia y la expansión de los grupos armados –principalmente de origen islamita– en Etiopía, Mozambique y Burkina Faso, alimentaron algunas de las crisis de desplazamiento de más rápido crecimiento en el mundo, donde miles de familias (con los niños por delante) huyen de las zonas en disputa.
Y para mayor desgracia, en 2020 se sumó la pandemia del coronavirus, misma que provocó un aumento de la pobreza y el hambre tanto como las enfermedades. Organizaciones humanitarias no pudieron atender a las personas desplazadas debido a las restricciones de movilidad y acceso en el mundo.
“En un mundo que se volvió más frágil por la pandemia de la Covid-19, la voluntad política sostenida y la inversión en soluciones de propiedad local serán más importantes que nunca”, subrayó, finalmente, la directora del IDMC, Alexandra Bilak.