Reconocimiento, admiración, pertenencia, amor, eternidad,... el deseo de amar y ser amado hace que la vida merezca la pena, valga y tenga un sentido
Cuando dejo de desear en lo más profundo de mi corazón, ¿llega la muerte? Quizás sí, o puede ser que sólo llegue el sinsentido. El vagar por el mundo sin desear nada más, sin soñar, sin esperar un tiempo mejor. Sólo sobrevivir una hora más, un día más en medio de hondas tristezas.
Los deseos nacen y mueren. Algunos desaparecen al ser satisfechos y dejan un vacío en el alma. Un deseo que muere deja una alegría pasajera, efímera.
Se colma lo que deseo, se alcanza lo que busco. ¿Y después? Surgen nuevos deseos en una espiral que no acaba nunca.
O puede que se rompa esa búsqueda y deje de desear…
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