Mística, científica, compositora… esta brillante abadesa alemana definió las cualidades del lúpulo que se incorporó a la cerveza en la Edad Media.
A lo largo de los siglos medievales, y gracias al impulso dado en los monasterios, la cerveza se convirtió en una bebida muy popular. Un siglo antes de que naciera Hildegarda de Bingen,muchos monjes y religiosas eran ya expertos fabricantes de cerveza que se utilizaba a menudo durante los tiempos de ayuno. Sus cualidades nutritivas la convertían en un “alimento” perfecto.
Antes la cerveza no sabía igual
En aquellos años de expansión de la fabricación cervecera, ésta se solía elaborar con una mezcla especial formada por hierbas aromáticas conocida como gruit. Esta fórmula le daba a la cerveza un sabor endulzado que la hacía, a veces, excesivamente atractiva a sus admiradores. Y aquí es donde entra nuestra querida Hildegarda.
Nacida a finales del siglo XI, Hildegarda ingresó en el monasterio de Disibodenberg donde iniciaría una larga e intensa vida conventual. En este y los siguientes cenobios que ella misma fundaría, Hildegarda dedicó su existencia a la oración.
El Ora et labora de esta sabia
Además de consagrar su vida a Dios, Hildegarda hizo suyo aquello deOra et labora. A pesar de su frágil estado de salud que durante toda su vida debilitó su cuerpo, Hildegarda fue una trabajadora incansable. Escribió obras místicas que ella misma iluminó con hermosas imágenes; compuso piezas musicales para ser cantadas por sus hermanas; predicó en grandes catedrales; mantuvo relación epistolar con papas y emperadores; escribió una lengua propia…
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