Dios está por todas partes, pero ¿con qué frecuencia reconocemos esta realidad? Es fácil seguir con nuestros quehaceres de la vida diaria sin siquiera pensar en Él, cuando lo cierto es que está con nosotros y en toda la creación.
San Pablo de la Cruz reflexionó sobre esta verdad espiritual en Flores de la Pasión y presentó un breve método para reconocer la presencia de Dios que puede aplicarse a diversas circunstancias.
Dejad que todo os recuerde la presencia de Dios. Si, por ejemplo, vas al jardín y ves alguna flor, pregúntale: “¿Quién eres tú?” No te responderá: “Yo soy una flor”. No, te dirá: “Yo soy una voz, yo soy un predicador. Yo predico el poder, la sabiduría, la bondad, la belleza y la prudencia de nuestro gran Dios”. Figuraos que la flor os da esta respuesta, y dejad a vuestro corazón penetrarse, embeberse todo entero y aprender una lección de amor divino.