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¿Cómo controlar los cambios de humor?

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Ollyy | Shutterstock

María del Castillo - publicado el 01/05/20

Dos teclas para ajustar tus emociones

Son frases que escuchamos mucho en estos momentos de confinamiento:

  • “Después de tantos días encerrado, tengo mucha ansiedad.”
  • “Unos días me levanto bien, pero otros estoy de bajón y no entiendo por qué.”
  • “Cualquier cosa me saca de quicio, estallo muy fácilmente.”

La sensación de no comprender el origen de nuestras emociones nos hace estar aún más inseguros y sensibles ante cualquier cambio inesperado. ¿Es causa del confinamiento?

Ya antes del confinamiento, el ritmo de vida acelerado que llevábamos no facilitaba que pudiéramos conectar con nuestras propias emociones. De esta forma, sumergidos en un continuo “hacer” sin reflexión, terminábamos por desconectar de nuestros propios sentimientos. Esto nos puede hacer incluso olvidar lo que nos gusta o hacia dónde nos dirigimos en la vida.

Esta circunstancia, unida al hecho de que hacer introspección resulta complicado de por sí, provoca que no comprendamos nuestros propios movimientos emocionales.

Muchos piensan que se trata de cambios de humor, sin explicación, o con una razón que está fuera de su control (“es algo global, no puedo hacer nada”). Es cierto: el confinamiento hace que el descontrol emocional sea aún mayor. Pero en realidad, antes del confinamiento muchas personas ya experimentaban variaciones emocionales. ¿A qué se debe esto?

Las dos teclas para ajustar tus emociones

Como decíamos, mucho se habla de la gestión emocional, pero pocos conocen los dos factores de los que dependen las emociones: el humor y la energía. Como se puede ver en el esquema básico que sigue a continuación, cualquiera de las emociones que sentimos se podría clasificar según estas dos variables:

  • Alegre= humor alto + energía baja
  • Eufórico = humor alto + energía alta
  • Triste = humor bajo  + energía baja
  • Rabioso = humor bajo + energía alta

Son muchas más las emociones que se conforman a partir de estos dos criterios. A mayor nivel de detalle, mayor será la exactitud con la que podremos conocer nuestras emociones y actuar en consecuencia.

Tres pasos para regular tus emociones

Atendiendo a nuestro humor y a nuestro nivel de energía (entendida como la fuerza que tenemos para emprender acciones a partir del descanso y la alimentación) podemos regular (al menos parcialmente) nuestros estados anímicos en función de la situación que tengamos que afrontar.

  • En primer lugar, debemos identificar cómo nos sentimos.

Por ejemplo, cuando nos enfrentamos a una presentación en público, debemos valorar nuestro estado anímico:

Ansioso = humor bajo + energía alta

  • Una vez detectada la emoción actual, debemos escoger la emoción hacia la que queremos dirigir nuestros esfuerzos y descomponerla, de nuevo, en humor y energía:

Siguiendo con el ejemplo, supongamos que por el tipo de presentación que vamos a realizar, necesitamos transmitir una imagen serena y confiable en nuestra exposición, por lo que el estado emocional ideal sería este:

Sereno = humor medio + energía media-baja

  • Establecer los pasos para modificar mi estado actual y acercarlo al estado anímico deseado.

Como se puede ver, para pasar de un estado ansioso a un estado sereno, la persona necesitaría aumentar su humor y reducir su energía.

Teniendo claras estas variaciones resulta relativamente sencillo entender las acciones que deberá llevar a cabo: posiblemente, bastará con ver alguna serie que le haga reír y disfrutar para aumentar el humor y con hacer algo de ejercicio físico para reducir el nivel de energía y modificar, por tanto, la emoción predominante.

Nuestra intervención sobre la regulación de las emociones no es ilimitada, y conviene que siga siendo así (no sería bueno que pudiéramos salir de un estado de tristeza profunda ante la muerte de un ser querido sin haber atravesado adecuadamente las diversas fases del duelo).

Sin embargo, no cabe duda de que en las emociones cotidianas tenemos mucho más control del que pensamos.

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