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Dirk Nowitzky y la NBA: No hay “rivales” para el respeto

DIRK NOWITZKI

Capture Facebook Dallas Mavericks

Esteban Pittaro - publicado el 26/02/19

¿Qué tienes que hacer para que tus rivales te despidan de esta manera?

Un puñado de grandes atletas extranjeros marcaron una histórica época de la NBA y mientras pasan los años comienzan a despedirse por la puerta grande. Representantes foráneos, distintos, elegantes y aguerridos por igual, caballeros del deporte que lograron barrer con las fronteras para tender puentes entre el deporte norteamericano y el del resto del mundo.

Algunos latinoamericanos, otros europeos. Manu Ginobili, retirado el año pasado, los hermanos Gasol, Tony Parker, y Dirk Nowitzky, entre algunos otros, marcaron una época en la que la Federación Internacional de Baloncesto logró plantar bandera casi definitiva en la tierra de los amos de la disciplina.

No fueron casos aislados como el de Dikembe Mutombo, Yao Ming, o Hakeem Olajuwon. Arribaron casi juntos a distintos estados, todos hablando un idioma distinto, jugando al básquet de otra manera, para dejar una huella imborrable. La increíble ovación que en estadio visitante acaba de recibir el próximo al retiro Nowitzky lo confirma:

Cuando se acercaba el final del partido en el Staples Center de Los Ángeles, en el que los locales Los Ángeles Clippers vencían a los Dallas Mavericks del alemán, Doc Rivers, pidió un tiempo libre. Su conjunto se perfilaba a la victoria, ¿para qué hacerlo? Es que Rivers advirtió que esa sería la última visita del histórico jugador de los Mavericks al estadio.

Por eso, en vez de convocar a sus jugadores para una charla, Rivers se acercó a la mesa de control, pidió un micrófono para que se lo escuche en todo el estadio, y se limitó a decir: “Dirk Nowitzky, vamos, vamos, uno de los mejores de todos los tiempos”. El estadio se puso de pie para ovacionar al visitante y todos los jugadores de los Clippers se acercaron a abrazar al gigante alemán, que con ojos brillosos, y la humildad de siempre, apenas alcanzaba a vociferar “wow” y “gracias”.

¿Qué tiene que hacer un atleta, un profesional, para en un ámbito hipercompetitivo como este ganarse el respeto de todos?

La fórmula de Nowitzky fue parecida a la de Ginobili. Jamás cambió de equipo, y más allá de los jugosos contratos que los Mavericks le ofrecieron, fue fiel a los que más confiaron en él. Con su club, ha resignado a ingresos para que pueda nutrirse de mejores compañeros.

Se reinventó y lideró una transformación: como hombre grande en tierra de hombres grandes, desarrolló otras habilidades que atletas de su estatura evitaban, como el tiro de tres. Para que entiendan los ajenos a este mundo: se supone que los hombres grandes han de hacer un trabajo sucio, recogiendo balones en el aire y encestando a pocos centímetros del aro, donde alzando los brazos nadie llegue a ellos. Suelen ser malos tiradores. Por el contrario, Nowitzky se esforzó por ser uno de los tiradores más eficientes de la liga.

Además, en cada ventana, aprovechó para defender los colores de su país pese a que en muchas ocasiones los clubes de la NBA preferirían que descansasen. Logró una increíble clasificación a los Juegos Olímpicos de Beijing, y fue el abanderado de la estupenda delegación alemana, logro para el que no alcanzan con estadísticas y palmares. Que de por sí los tiene. Estamos hablando de un ganador del título de la NBA, MVP, varias veces All Star, y el primer extranjero en alcanzar los 30,000 puntos en la liga, logro alcanzado solo por los más grandes de la historia como Michael Jordan, Kareem Abdul-Jabar, Kobe Bryant, Wilt Chamberlain y Lebron James.

Pero Nowitsky ha sido mucho más que palmares. Ha sido un hombre correctísimo con la prensa y el público, al punto que ganó el Magic Johnson Award que reconoce esa decencia que habría de ser natural, pero la fama muchas veces obnubila. Durante décadas, ha visitado el hospital de niños de Dallas cada Navidad, pasando horas, literalmente, visitando uno por uno cada niño internado. Es un gran tipo: lo trasluce.

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Cuenta su esposa Jessica que es un padre cariñoso y dedicado con sus tres hijos, quienes seguramente podrán aprovecharlo mucho más a partir de año, cuando deje el deporte al que tanto sirvió. Es el anhelo que expresa en entrevistas: ser un hombre de familia.

Dejó una huella y marcó un camino. Dirk Nowitzky, caballero del baloncesto, ya es leyenda del deporte.

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