Papá y mamá se quieren y me quieren. Ese es el mensaje que puede hacer más feliz a un niño. Saberse amado en su familia y crecer en el amor.
Ver el amor de sus papás hacia sus hermanos es, por supuesto, también parte fundamental de esa seguridad que aporta la familia.
Papá y mamá se preocupan de encontrar la manera de explicar los valores y las virtudes a los hijos, pero la realidad es que gran parte de ellos (también los más jóvenes) ya han hecho gran parte de su trabajo cada día cuando se plantean cómo verbalizar la enseñanza en virtudes. ¿Por qué? Sencillamente porque antes de explicar eso, ya les han dado a los hijos el ejemplo.
Para un niño y una niña, para los adolescentes, ver que sus padres se quieren y se guardan fidelidad es algo que marca en su alma una señal de paz. Se sabe seguro en el nido familiar a intuye que aunque algo falle, si sus papás están unidos nada malo puede pasar.
Los niños tienen una sensibilidad muy especial que detecta todo: un disgusto de mamá, un enfado de papá, una mala cara, una desatención… Por enseguida captan cuándo algo no va bien en casa. Y se planean entonces cuál es su papel en esa historia.
En el caso de la fidelidad, los niños aprenden enseguida qué significa eso: es hacer honor a algo o alguien. El abuelo que brinda por la abuela en el aniversario de matrimonio, por ejemplo.
Papá y mamá se hacen honor mutuamente cada día cuando se respetan, se escuchan, atienden a lo que quiere el otro, cuando se besan y se abrazan… Los niños detectan cuando papá tiene ojos solo para mamá. Y cuando mamá deja muy claro a otros que su amor es papá. También notan las vacilaciones…