Calles, plazas y balcones le abren paso al “Taytacha”. El aroma del “Nuqchu” acompaña y viste de rojo la ciudad. Se trata de la única flor silvestre, que florece en esta temporada, recogida por los peregrinos de las zonas altas del Cuzco, en la sierra sur del Perú.
La ciudad imperial, antigua capital del Tahuantinsuyo, se convierte en el centro del fervor religioso por estos días santos. Los Cha’ynas alegran con sus tonadas la ruta del “Señor de los Temblores”. “Apuyaya Jesucristo, Qispichiqniy Diosnillay, rikraykita mastarispam, hampuy churiy niwachcanki”. Así comienza una de las más sentidas canciones al “Taytacha” como llaman los pobladores al “Señor de los Temblores”.
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Desde el templo Santa Teresa la banda de la Policía Nacional del Perú, acompaña su paso. Hace lo propio la banda del ejército peruano desde el templo de La Merced. Mientras que más de 40 hermandades trasladan sobre sus hombros al también Patrono Jurado del Cuzco.
Cuando Cuzco dejó de temblar
El pueblo que acompaña el paso de la imagen sagrada, espera en el atrio de la Catedral al “Taytacha” para recibir su bendición al terminar la procesión como cada lunes santo. Desde que la imagen del Señor de los Temblores fue entregada a la Catedral del Cuzco se conocieron recién sus milagros.
Cuando la ciudad imperial empezó a temblar, la fe de los cuzqueños llevó en procesión al Santo Cristo de la Buena Muerte un 31 de marzo de 1650. El sismo se detuvo. Desde entonces la imagen fue colocada en la puerta de la Catedral mirando hacia la ciudad. Debido a ese terremoto, el “Cristo de la Buena Muerte” fue bautizado como el “Señor de los Temblores”.
Todos cantan y cantan a su paso. Nadie puede dejar de soltar una lágrima. Y es que los Cha’ynas elevan al cielo sus mejores tonadas. Arpas, violines, quenas, mandolinas, acordeones, tarolas y bombos aportan la nota musical a este acto de fervor religioso que congrega a cientos de extranjeros y peruanos que celebran la Semana Santa en el ombligo del mundo.