Una pareja de amigos me contaba sonriendo hace poco la última estrategia con la que sus tres hijos les habían convencido de tener un perro en casa. ¡La última y decisiva! Tras un periodo de: ¡Mamá, me gustaría tanto tener un perrito! ¡Papá, qué bonito sería tener un perro!, los tres hermanos se pusieron manos a la obra y escribieron una carta a sus padres.
En la carta, llena de frases graciosas y algo estrafalarias, especificaban que se ocuparían del perrito y que lo tratarían bien.
Cuando leí el caso del papá que permitió un perro en casa solo después de hacer firmar a su familia un “Family Dog Contract” me hizo sonreír. Porque en el caso de mis amigos, fueron los niños quienes hicieron conmover a sus papás con una carta dulce, llena de errores de ortografía y promesas de responsabilidad.
Un perro en sus vidas
Por su parte, el post del papá, que se hizo viral en internet y recogió el Huffington Post (9 julio 2017) habla de la sorprendente pero útil idea de un papá que presenta a sus hijos una lista precisa de normas que respetar para poder dejar espacio a un perro en sus vidas.
Después sometió el documento a cada miembro de la familia, ¡que lo firmaron felices y contentos, añadiendo exclamaciones y corazones! Con el nickname rjohnstone13, el ingenioso papá posteó la foto con el contrato en Imgur. Algunas de las normas dicen así:
- Papá nunca recogerá la caca del perro. Nunca.
- Papá tiene el poder de veto en la elección del nombre del perro.
- Nunca se dirigirá uno al perro como a un amigo o hermano. Todas las partes concuerdan en que un perro es un perro.
- El perro no recibirá comida gourmet o especial. Todas las partes concuerdan en que la comida para perros de siempre va bien.
- El perro será de tamaño pequeño.
- El perro no babea ni araña el pavimento.
- Papá no baña al perro. Además, si considera que huele mal, los hijos lo lavarán en el plazo de 24 horas.
- El nombre del perro no se incluirá en la felicitación de Navidad.
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Después de dos semanas de publicar el post, el papá mantuvo su promesa y trajo un perrito de tres años a casa, con gran alegría para todos.
Para este padre prudente, tomar un perro no podía ser para sus hijos sólo un capricho que satisfacer, sino que deseaba hacerles responsables, educarles a que lo cuidaran no sólo la primera semana, sino siempre, y recordarles que un perro no es una persona.
Así que si su hijo les pide un perro, podrían pensarlo también ustedes, ¡tras hacerse de rogar y antes de contentarle, que firme un contrato! Porque ya se sabe, perro ladrador poco mordedor, ¡pero tampoco es tonto!