No es que el envejecer, por sí mismo, sea cool sino que, por una parte, como señala David Stewart en un post recientemente publicado en Nuverz, nuestro momento actual está intentando reciclar actitudes, modas y perspectivas de vida que eran relevantes hace 20 o 30 años. Por la otra, ser adulto implica haber aprendido a disfrutar correctamente de lo que es en efecto disfrutable, y a pasar de largo de aquello que, simplemente –parafraseando a san Pablo- no nos conviene.
Además, los medios de comunicación se han encargado de popularizar una visión del proceso de envejecimiento –correspondiente a un paradigma obsoleto que entroniza la juventud eterna- que poco o nada tienen que ver con la realidad: vivimos en una cultura obsesionada con la juventud, donde jóvenes de veinte años edad no pueden comprender la idea de tener 30, y mucho menos 50 o 60.
Obviamente, esto no siempre fue así. Cuando Alejandro Magno marchaba a través de Asia, tras haber conquistado el imperio Persa, el jefe de su guardia personal era un hombre de 65 años perfectamente capaz de luchar llevando su escudo y su espada por kilómetros y kilómetros.
Estamos hablando de un hombre sano y activo a sus 65 años: algo que para los macedonios era perfectamente normal. ¿Qué ha pasado desde entonces? La narrativa social a propósito del envejecimiento ha cambiado, dando un giro negativo. Pero eso no quiere decir que los adultos y adultos mayores estén de acuerdo con ello.
David Stewart cuenta que, tras entrevistar a una buena cantidad de personas de entre 50 y 70 años, se dio cuenta de que muchos de ellos no consideran su edad un hecho amargo que deben aprender a aceptar sino que, por el contrario, simplemente han aprendido a cuidar mejor de su salud para poder seguir viviendo sus vidas a tope: andan en bicicleta, levantan pesas, escriben, investigan. En resumen: no se retiran.
Los seres humanos estamos diseñados para trabajar duro, y todo se desmorona cuando no lo hacemos.
Como estamos viviendo vidas más largas que nuestros predecesores –gracias a los adelantos de la medicina, entre otras tantas cosas, y las ventajas de la vida urbana-, tenemos que vivir mejor.
Incluso si es cierto que a medida que envejecemos nos enfrentamos a ciertos obstáculos, lo que es aún más real es que si nos lo “tomamos con calma” (es decir, si simplemente nos ponemos las pantuflas y nos tumbamos frente al televisor) nuestra vida se empobrecerá drásticamente.
Hoy día, en las competencias de artes marciales encontramos competidores aguerridos de 70 años. La mayoría de los candidatos presidenciales son mayores de 65 años; Tony Hawk, la leyenda indiscutible del skateboarding tiene casi 50 y Bob Dylan y Leonard Cohen siguen grabando discos en la frontera de los 80 años de edad.
Entonces, ¿cuál es el secreto para maniobrar por encima de la visión negativa que la sociedad sobre el envejecimiento y vivir una vida mejor? Aquí, hemos querido reproducir tres tips que hemos conseguido en la página web Nuverz.com.
1. La comida no es lo que creemos que es
La comida, además de ser un placer que se disfruta mejor cuando se comparte, es el combustible del cuerpo. Así que es preciso recordar que todo lo que se le mete al cuerpo puede tener aspectos positivos y negativos. Cuando comemos algo, es necesario pensar en los efectos de eso que comemos.
Lo más importante de entender acerca de los alimentos es la carga glucémica: ese número que estima aproximadamente cuánto va a elevar el nivel de glucosa en la sangre la comida que está usted a punto de ingerir.
Cuando usted come algo que es dulce, por ejemplo, su cuerpo lo metaboliza rápidamente, y a menos que usted vaya a salir y correr tres kilómetros inmediatamente después, eso se va a convertir inmediatamente en grasa. No es un asunto de privarse del dulce, pero sí de tener en mente que hay cosas que convienen y otras que no.
2. No se retire
Dicen por ahí que “la forma más rápida de morir es retirarse”. David Stewart, en su post, comenta que ha hablado con una serie de expertos sobre este asunto en particular. Entre ellos, el Dr. Connie Mariano, que era jefe médico de la Casa Blanca durante los mandatos de Clinton y Bush.
Stewart le preguntó por qué los presidentes viven tanto tiempo (de hecho, mucho más tiempo que la persona promedio). La Dra. Mariano le respondió que la clave está en que todos ellos tienen un “sentido de propósito” que hace que no se detengan y, desde luego, los impulsa a no retirarse ¡Basta mirar, por ejemplo, la edad de Benedicto XVI o del papa Francisco!
Todos, en general, necesitamos un propósito, algo que dé sentido y oriente nuestra vida. Para muchos –para bien o para mal- este “sentido” es el trabajo. La clave, entonces, es mantenernos trabajando con la vista puesta en ese propósito, para seguir soñando, planeando y cosechando frutos.
3. Reconocer que el tiempo es ahora
Suena duro, pero es una verdad: uno no sabe cuándo la vida se va a acabar. Lo dicen los mismos evangelios.
Hay que reconocer que es posible que tengamos un cierto grado de control sobre ello, porque en efecto cuidamos de nosotros mismos, visitamos regularmente al médico, no incurrimos en excesos y demás asuntos que el sentido común de una persona razonable dicta.
Pero también es cierto que no tenemos el control total de todo. Por lo tanto, el momento para hacer lo que sabemos que queremos y debemos hacer es ahora.
Generalmente, se recomienda que si se es feliz haciendo lo que actualmente se hace, pues hay que hacerlo el doble (pasar tiempo con la familia, con los amigos, estudiando, escribiendo, corriendo, por ejemplo).
Y hay algo acerca de la situación actual con la que no se esté conforme, pues es preciso –después de un proceso de discernimiento- comenzar a cambiarlo en el momento presente.