“¿Qué significa hoy para nosotros "envilecer", es decir aguar nuestra dignidad cristiana? Significa dejarnos tocar por las idolatrías de nuestro tiempo”, dijo el Papa Francisco al presidir la misa este jueves 4 de junio en la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo frente a la Basílica de San Juan de Letrán en Roma. Ocuparon la primera fila enfermos, discapacitados y ancianos.
El Pontífice alertó a los cristianos del peligro de “perder la fe”, "de la división", de querer “escalar” socialmente y de “ser paganos”. Y sentenció: “La Eucaristía no es un premio para los buenos,sino fuerza para los débiles”.
Peligros que “nos hace cristianos mediocres”
Sin medias palabras, el Papa habló de las personas que caen en “el lucirse, el consumir”, que ponen el “yo al centro de todo”; pero también de “ser competitivos”, tener una “actitud ganadora de arrogancia”, “el no admitir nunca de haber cometido un error o tener necesidades”, desde el altar al externo de la primera basílica papal de las cuatro que se encuentran en Roma.
La Eucaristía fuerza para que los cristianos no se dividan
El Papa exhortó a encontrar en el Santísimo Sacramento del pan y el vino la valentía para no dividirnos, ser testigos de la caridad y ser testigos de esperanza.
“La Eucaristía nos permite de no disgregarnos”, porque Jesús se “humilló a sí mismo” para que los cristianos estuvieran unidos, dijo, y destacó “el poder del amor que supera todas las lágrimas, y al mismo tiempo se convierte en comunión con los pobres, los enfermos, en la atención fraterna a los que están luchando para soportar el peso de la vida cotidiana”.
Asimismo, recordó a los cristianos perseguidos en el mundo y que hoy no pueden manifestar su propia fe en Jesús, y sueñan con participar en la celebración del Corpus Christi, la solemnidad religiosa en honor del sacramento que recuerda la última cena de Jesús, que dona su cuerpo y su sangre.
Y pidió llevar "en nuestro corazón a los hermanos y las hermanas a los que se les ha pedido el sacrificio de la vida por fidelidad a Cristo: su sangre, unida a la del Señor, sea una garantía de paz y de reconciliación para el mundo entero”, expresó.
Enfermos y ancianos en primera fila en la celebración del Corpus Christi con #PapaFranciscohttp://t.co/zO1SZtlTjqpic.twitter.com/WDGctSNHgt
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junio 4, 2015
Mirar hacia Cristo para no envilecer
En la homilía, el Papa explicó que “Jesús ha derramado su sangre como precio y como lavado para que fuéramos purificados de todos nuestros pecados: para no envilecernos, mirémosle a Él, bebamos de su fuente para ser preservados del riesgo de la corrupción”.
La celebración de la Iglesia del Cuerpo y la Sangre de Cristo fue un momento elegido por el Papa para llamar a los fieles a experimentar la “gracia de una transformación: nosotros seremos siempre pobres pecadores, pero la Sangre de Cristo nos liberará de nuestros pecados y nos devolverá nuestra dignidad”.
Acercarse al sacrificio por amor
La celebración del Corpus Christi con el Papa, una arraigadísima tradición romana http://t.co/zO1SZtlTjqpic.twitter.com/565PYjXdei
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junio 4, 2015
Durante el Corpus Chisti, los sacerdotes en las Iglesias del mundo colocan la hostia consagrada en el relicario llamado ostentorio o custodia para la adoración publica de los fieles.
En esta ocasión y rememorando este gesto, el Papa pidió a los cristianos que se acerquen a Cristo, algo que no cuesta. “Sin nuestro mérito, con sincera humildad, podremos llevar a los hermanos el amor de nuestro Señor y Salvador”.
Así pidió a las personas
ensimismarse en Jesús. “Seremos sus ojos que buscan a Zaqueo y Magdalena; seremos su mano que auxilia a los enfermos del cuerpo y en el espíritu; seremos su corazón que ama a los necesitados de reconciliación y de comprensión”, indicó. De esta manera, la “Eucaristía actualiza la alianza que nos santifica, nos purifica y nos une en admirable comunión con Dios”.
Procesión, un momento de alegría y reflexión
Francisco invitó a festejar con alegría por las calles de las ciudades el misterio del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Es sabido que barrios y ciudades en América Latina y España se paralizan al ritmo pío de las romerías.
Al final de la celebración eucarística en la Basílica de San Juan de Letrán, el mismo Papa dirigió la procesión a lo largo de la Via Merulana hasta la otra basílica papal de Santa María la Mayor, donde impartió la bendición.
El Papa Francisco llevó adelante la procesión y explicó su gesto: “que esta pueda expresar nuestro reconocimiento por todo el camino que Dios nos ha hecho recorrer a través del desierto de nuestra pobreza, para hacernos salir de la condición servil, nutriéndonos de su Amor mediante el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre”.
Luego, dirigió un pensamiento a los cristianos perseguidos en el mundo. “Cuando caminemos por las calles podemos sentirnos en comunión con nuestros hermanos y hermanas que no tienen la libertad de expresar su fe en el Señor Jesús”. “Sintamos la unión con ellos: cantemos con ellos, alabemos con ellos, adoremos con ellos”.