Por su gran interés, ofrecemos en español este artículo aparecido hoy en Padreblog, influyente página de opinión llevada por varios sacerdotes franceses, ante la tragedia del Charlie Hebdo: un semanario satírico que ha ridiculizado muchas veces también a los católicos.
A los que nos rodean, queremos manifestar nuestro dolor y nuestra compasión por las víctimas – más conocidas o menos – del bárbaro atentado del 7 de enero. Como compatriotas, como sacerdotes, como creyentes, estamos al lado de quienes han sido asesinados y de sus seres queridos. Pues nada, absolutamente nada, puede justificar que periodistas y dibujantes hayan sido asesinados.
Lloramos a estas víctimas, lloramos a los policías abatidos por haber querido protegerles, lloramos con todas las familias en duelo … A la redacción de Charlie-Hebdo, objetivo principal de los terroristas, les decimos: “estamos a vuestro lado, pues más allá de nuestras divergencias y de las afrentas del pasado, somos hermanos en humanidad, aunque hagan falta a veces dramas para recordarlo…”.
Seamos francos: ¡es verdad que hemos sido a menudo irritados por Charlie-Hebdo, nosotros sacerdotes y fieles católicos! Incluso a veces, sus caricaturas nos han herido en nuestra fe. Teníamos la impresión de que probaban un placer maligno en provocar, ensuciar o denigrar lo que es sagrado a nuestros ojos, sin ser los “fanáticos” que ellos querían atacar. Tuvimos la ocasión de expresar la pena de la mayor parte de los creyentes ante estas viñetas, difíciles para nosotros de ver.
Pero a día de hoy lloramos a aquellos que no nos hacían gracia, “pues más allá de nuestras divergencias y de las afrentas del pasado, somos hermanos en humanidad, aunque hagan falta a veces dramas para recordarlo…”.
El Papa y los obispos – ¡muchas veces caricaturizados! – han hablado de su emoción y de su horror ante lo que sucedió la mañana del 7 de enero. Este fanatismo que ha cosido a balazos a los periodistas y policías persigue igualmente a nuestros hermanos cristianos de Oriente… Allí también los musulmanes están siendo objetivo suyo. Este fanatismo acerca sin quererlo a quienes quieren afrontarlo y que aman la libertad. Nos fuerza a volver a encontrar lo que tenemos en común. Pues es Francia lo que se ataca, a través de sus policías y periodistas.
¡Sin duda, no todas las víctimas eran pilares de iglesia!… Y sin embargo, en los próximos días, vamos a ofrecer lo que tenemos más bello, los cristianos: oraciones por ellos, sus colegas y sus familias. Por no hablar de los heridos. Las campanas de nuestras iglesias han sonado a difunto. Ha sido nuestra modesta manera de compartir el dolor de todo un país unido por una vez.
En misa, en estos días, en la carta de san Juan, se lee esta afirmación: “Dios es amor”. Quienes matan en nombre de Dios, comenten la peor de las profanaciones. No respetar la vida – incluso de los que nos ofenden – es una enorme blasfemia.
Francia encontrará los valores morales y espirituales para afrontar esta barbarie. El genio aumenta en la hora de la prueba. Será el milagro que estos fanáticos van a lograr, a pesar de sí mismos: que Francia se una en torno a lo mejor de sí misma: "pues más allá de nuestras divergencias y de las afrentas del pasado, somos hermanos en humanidad, aunque hagan falta a veces dramas para recordarlo…”.