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Claudio de Castro: la aventura de escribir y editar para Jesús (Primera parte)

Claudio de Castro

© Claudio de Castro

Jaime Septién - publicado el 06/08/14

Una familia sostiene una de las editoriales católicas más importantes de Centroamérica

Claudio de Castro es editor y autor de una vasta obra de textos juveniles y de profundización espiritual que se ha convertido en referente obligatorio en América Central.  Vive en Panamá, con su esposa Vida y sus hijos, y ha fundado una editorial católica como una empresa familiar, que sobrevive frente a los grandes consorcios editoriales, y va en constante crecimiento.

Ha accedido responder a una entrevista realizada por Aleteia, en la que, durante su primera parte, recuerda los orígenes de esta novedosa forma de evangelizar desde la familia, la literatura y la empresa.

– ¿Cómo iniciaste esta aventura de literatura católica?

Hace algunos años, un joven me escribió preguntando qué necesitaba para iniciar una editorial católica. “¿Lo primero?… Debes ir al Sagrario y hablar con Jesús”, le respondí.  A los días me volvió a escribir: “La verdad, tu respuesta me ha sorprendido mucho. Pensé que responderías que lo primero sería comprar una buena impresora y un computador. Lo he pensado bien y me parece que tienes razón. Hay que hablar con Jesús, estar en su presencia amorosa, para poder escribir de Él”.

Desde pequeño he pensado: “Mi vida inicia y termina en el Sagrario”. Es allí, con Jesús, donde encuentro todas mis respuestas.  Cuando algún amigo se me acerca para confiarme una dificultad lo remito a Jesús.  Nunca he sabido de uno que no haya encontrado sus respuestas.

En cierta ocasión fui a verlo porque tenía un problema enorme. “¡Ayúdame!”, exclamé. Y como un eco escuché mis palabras que regresaban a mí: “Ayúdame”.  Entonces sentí que alguien posaba su mano sobre mi hombro. Me volteé y encontré a un hombre enfermo que me extendía sus manos. “Ayúdame”, me dijo. Miré a Jesús en el Sagrario, le sonreí y le dije: “Te las sabes todas”.  Me di cuenta que Él busca de nosotros lo mejor,  que seamos un reflejo de su Amor.

– ¿Cuál fue tu respuesta?

Siempre he contado con Jesús. Es mi mejor amigo.  Hace algunos años perdí mi empleo y se me ocurrió visitarlo.  Recuerdo que le dije: “No consigo trabajo, nadie me llama. ¿Me contratarías tú?”  Sentí en lo más hondo del alma, una voz que me decía: “Trabajarás para mí”.  Salí tan feliz con aquella respuesta que olvidé preguntar lo que debía hacer.  De pronto me encontraba con personas en la calle que me decían: “¿Por qué no publicas tus escritos? Debes escribir”.  Pero la verdad, no les prestaba mucha atención.

A los días volví a saludar a Jesús.  Recordé a muchos que se han acercado al Sagrario y como ellos también buscaba una respuesta.  “¿Qué quieres de mí?”, le pregunté.  Al instante escuché una voz interior, con la claridad del viento que respondía: “Escribe. Deben saber que los amo”.  Tuve una certeza tan grande que no dudé. Regresé a mi casa y me senté a escribir. Fue así de sencillo. Desde entonces no he parado.

– ¿De dónde surgió la idea de una editorial?

Una ocasión visité una librería católica y la directora me sugirió: “¿Por qué no haces una editorial católica?”  Me pareció una empresa imposible. Lo pensé mucho y le escribí al arzobispo de Panamá, en ese entonces monseñor José Dimas Cedeño, contándole, pidiendo su bendición. Me sorprendió porque esa semana me llamó al celular y me dijo: “Sigue adelante. Cuentas con nuestra bendición”.  Fue asombroso.

Esperé un día muy especial para iniciar nuestra editorial. Fue un 16 de julio, día de la Virgen del Carmen.  Fui con mi esposa Vida a verla y  leímos un corto escrito en el que poníamos bajo su protección y amparo este proyecto.  Queríamos publicar libros pequeños, de bolsillo, que llevaran esperanza. Le pusimos el nombre de Ediciones Anab, por mi hija Ana Belén.  Tomamos a san José como nuestro santo patrono. Ha sido una experiencia bellísima tenerlo como aliado, ayudándonos en la editorial. Las puertas que estaban cerradas empezaron a abrirse y la editorial comenzó a crecer.

– ¿Cómo eran los primeros libros?

Empezamos con cuatro libros: “El Camino del Perdón”, “Cómo superar los Momentos de Dolor”, “Para encontrar la Paz” y “La Ternura de Jesús”.  Tuvieron una acogida estupenda y han superado las veinte ediciones continuas.  Al inicio, los armábamos a mano, en casa. Eran largas horas compaginando, engrapando, colocando las portadas.  Así empezamos a conquistar este sueño.  Eran libros artesanales. Todos ayudaban: Mi esposa Vida y mis hijos, Claudio Guillermo, Ana Belén, José Miguel y Luis Felipe.

Recuerdo que mientas armaba los libros, rezaba y  le pedía a Dios que convirtiera nuestro trabajo en oración. También hice un pacto con Él. “Yo escribo”, le dije, “Tú toca los corazones”. Y así ha sido desde entonces.  Recibimos muchos testimonios de nuestros lectores, todos hermosos.  Cuando alguien se me acerca para agradecer el bien que le hizo el libro, lo remito al Sagrario.  “Dale las gracias a Jesús”, les digo. “Yo sólo escribo”.

Hoy son tantos los libros que no podemos hacerlos como antes. Los editamos con calidad de exportación y los tenemos en librerías y distribuidoras de varios países en América Latina como Guatemala, Perú, República Dominicana, El Salvador y otros.

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